Gracias a la vida, que me ha dado tanto, me dio dos luceros, que cuando los abro, perfecto distingo lo negro del blanco, y en el alto cielo, su fondo estrellado, y en las multitudes, el hombre que yo amo. Gracias a la vida, que me ha dado tanto, me ha dado el oído, que, en todo su ancho, graba noche y día, grillos y canarios, martillos, turbinas, ladridos, chubascos, y la voz tan tierna de mi bien amado Gracias a la vida, que me ha dado tanto, me ha dado el sonido y el abecedario, con él, las palabras que pienso y declaro: madre, amigo, hermano y luz alumbrando la ruta del alma del que estoy amando. Gracias a la vida, que me ha dado tanto, me ha dado la marcha de mis pies cansados; con ellos anduve ciudades y charcos, playas y desiertos, monta?as y llanos, y la casa tuya, tu calle y tu patio. Gracias a la vida, que me ha dado tanto, me dio el corazón que agita su marco, Así yo distingo, dicha de quebranto, los dos materiales que forman mi canto, y el canto de ustedes, que es el mismo canto, Gracias a la vida, que me ha dado tanto.