Si salimos de ésta, te juro que no haré ni un gesto de emoción. Bastante duro ya ha sido, como para darle encima la satisfacción. Tendremos que continuar, y aguardaremos en la fila donde cambian la ansiedad, por ciclos de suerte más normal. ¡Tampoco pides más! Son tantos los días de impaciencia, casi una eternidad. Si el volante se ha roto, y salir por la ventana es la única elección. Si son desiertos de fango, de aquellos que a cada paso es un millón. Tú saldrás de ésta, créeme, y pronto entonarás pequeños cánticos, y en algún bar apartado, ahogaremos al espanto y nos pedirá perdón. Tu ansiedad, cederá. Como el rastro de una avión, se esfumará. Si tras el naufragio hay tempestad, nadie desertará. Tú sube a cubierta y ya verás, mil comandantes más. No baja nadie, no huye nadie, mil comandantes, que harán de viento y tú, harás de mástil, no será fácil, pero si ganas, habrá valido por dos. No baja nadie, no huye nadie, mil comandantes que harán de viento y tú, atado a un mástil, tu propio mástil, mientras yo sigo, bebiendo el agua que entró. Bebiendo el agua que entró. Bebiendo el agua que entró. Sí, saldremos de ésta… Sí, saldremos de ésta… Sí, saldremos de ésta… Sí, saldremos de ésta… Nadie más, lo entenderá. Solo los que allí estuvieron, sonreirán.